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Autohipnosis para tu Salud

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Mas relajación, mejor nutricion, mas ejercicio, mas autoestima, y menos estres, y tu cuerpo se responde bien. Autohipnosis es una buena forma de ayudar con enfermedades y problemas de salud, siempre después de consultar con un medico profesional y con su permiso. El auto hipnosis es la mejor forma de plantar mensajes de ayuda en el profundidad de su mente subconsciente.

La mente tiene un papel muy importante en la salud fisica. Hay muchísima gente que padeció cancer y enfermedades cronicas pero con su propio optimismo, y felicidad, ganas y la pasion de curarse, han quitado sus problemas con la mente.

Mas relajación, mejor nutricion, mas ejercicio, mas autoestima, y menos estres, y tu cuerpo se responderá bien. La autohipnosis es una buena forma de ayudarle con las enfermedades y los problemas de salud, siempre después de consultar con un medico profesional y con su permiso. L

  

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1. Salud
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Curar: El arte de restaurar lo que duele

Curar es mucho más que sanar una herida o eliminar una enfermedad. Es un acto profundamente humano que involucra cuerpo, mente, emociones y hasta comunidades enteras. Desde tiempos antiguos, el ser humano ha buscado maneras de curar el dolor, de aliviar el sufrimiento y de encontrar la armonía perdida. En su sentido más amplio, curar significa restablecer un estado de bienestar, de equilibrio, de conexión con uno mismo y con los demás. Aunque en la medicina moderna el término se asocia comúnmente con el fin de una dolencia física, su alcance va mucho más allá.

En el plano físico, curar implica reparar tejidos, eliminar infecciones o corregir alteraciones del cuerpo. La medicina ha avanzado enormemente en este aspecto: antibióticos, cirugías, terapias genéticas y medicina preventiva son logros de siglos de estudio y observación. Sin embargo, incluso dentro de esta visión biomédica, la curación no siempre es lineal ni definitiva. Hay enfermedades crónicas, condiciones incurables y dolores persistentes que desafían cualquier enfoque tradicional. En esos casos, curar puede tomar otro significado: mejorar la calidad de vida, aliviar el dolor o simplemente acompañar el proceso de la enfermedad con dignidad.

Por otro lado, está la dimensión emocional del curar. Muchas veces cargamos heridas invisibles que no sangran, pero duelen. Pérdidas, traumas, rupturas amorosas o experiencias difíciles dejan marcas internas que requieren tiempo, atención y a veces ayuda profesional para sanar. La psicología y la terapia ocupan aquí un papel central, pero también lo hacen el arte, la escritura, la música, la espiritualidad y la conversación honesta. Curar el alma no tiene una receta fija. A veces comienza por nombrar el dolor, por permitirnos sentirlo sin juicio. Otras veces, por perdonar, por soltar, por reconstruir una narrativa diferente de lo vivido.

En la dimensión social, curar puede ser un proceso colectivo. Las comunidades que han sufrido conflictos, violencias o desastres naturales también necesitan sanar. En esos contextos, la memoria, la justicia, la verdad y la reparación juegan roles cruciales. No se puede curar lo que se oculta o se niega. Por eso, muchas sociedades han impulsado comisiones de la verdad, procesos de reconciliación o ceremonias simbólicas para permitir que el tejido social vuelva a entrelazarse. Curar, en este caso, es también un acto político: reconocer el daño, asumir responsabilidades y crear las condiciones para que no se repita.

Además, existe una dimensión simbólica y espiritual del curar. En muchas culturas, la curación está asociada a rituales, a prácticas ancestrales, a rezos o ceremonias. El chamán, el curandero o la abuela sabia cumplen un rol fundamental en esas tradiciones. No curan solo el cuerpo, sino el espíritu, el vínculo con los ancestros, con la tierra y con lo sagrado. Incluso en contextos seculares, muchas personas encuentran alivio y sentido en prácticas como la meditación, el yoga, la contemplación o la conexión con la naturaleza. Curar, en este nivel, es también regresar a una fuente más profunda de significado.

Cabe preguntarse: ¿qué hace posible la curación? ¿Qué condiciones la favorecen? Sin duda, el tiempo es uno de los ingredientes esenciales. Curar lleva tiempo. No es un proceso inmediato ni siempre visible. También requiere paciencia, acompañamiento, confianza y voluntad. Curar no es olvidar ni negar lo vivido. Es integrar, transformar y seguir adelante con una nueva mirada. A veces es un acto íntimo, silencioso. Otras veces, un grito colectivo. Pero en todos los casos, implica una forma de cuidado: de uno mismo, del otro, de la vida.

Hay también una dimensión ética en el acto de curar. Quien cura debe hacerlo desde el respeto, la empatía y la escucha. Ya sea un médico, un terapeuta, un amigo o un guía espiritual, su tarea no es imponer una solución, sino acompañar un proceso. En muchas ocasiones, ese acompañamiento es en sí mismo lo que cura. No porque elimine el dolor, sino porque lo hace más llevadero, más humano, menos solitario.

Curar también implica aprender. Aprender a cuidarnos mejor, a reconocer nuestras emociones, a poner límites, a pedir ayuda. Muchas personas descubren que, tras una enfermedad o una crisis, emerge una versión de sí mismas más sabia, más compasiva, más consciente. El sufrimiento no es deseable, pero puede ser transformador si se vive con sentido y con apoyo. De alguna forma, curar es una forma de crecimiento.

En el mundo actual, donde el estrés, la prisa y la desconexión son moneda corriente, la necesidad de curar —y de cuidarse— se vuelve urgente. La salud no puede reducirse solo a lo físico. Necesitamos una visión integral que reconozca nuestras múltiples dimensiones. Cada vez más disciplinas lo entienden así: la medicina integrativa, la psicología holística, el trabajo social, las terapias complementarias y las prácticas espirituales se unen en una mirada más amplia y compasiva del bienestar.

Curar también es un acto de amor. Amor por uno mismo, cuando nos damos permiso para descansar, para sanar, para pedir lo que necesitamos. Amor por el otro, cuando lo acompañamos sin juzgar, cuando lo sostenemos en su vulnerabilidad. Amor por el mundo, cuando trabajamos por un entorno más justo, más sano, más humano. En ese sentido, curar es una forma de compromiso con la vida.

Finalmente, es importante decir que no todo puede curarse del todo. Hay dolores que se quedan, cicatrices que no desaparecen, ausencias que no se llenan. Pero incluso ahí, puede haber una forma de curación: la aceptación. Aceptar no es resignarse, sino encontrar una nueva manera de estar con lo que ha pasado. Es darle un lugar al dolor sin que lo invada todo. Es seguir viviendo, amando, creando, a pesar de las pérdidas. Esa también es una forma de curar.

En resumen, curar es un proceso complejo, humano y multidimensional. No es solo un acto médico, sino una experiencia profundamente vital. Implica cuidar, acompañar, transformar, amar. Nos recuerda que, aunque la vida trae dolor, también trae recursos, vínculos y significados que permiten sobrellevarlo y superarlo. Curar es, en definitiva, un camino de regreso a la vida.