Autohipnosis
para tu Salud
a mente
tiene un papel muy importante en la salud fisico. Hay
muchísimo gente que tenia cancer y enfermedades
chronicas pero con su propio optimismo, y felicidad, ganas y
pasion de curar, este gente han quitado sus problemas con la
mente.
Mas
relajación, mejor nutricion, mas ejercicio, mas
autoestima, y menos estres, y tu cuerpo se responde bien.
Autohipnosis es una buena forma de ayudar con enfermedades y
problemas de salud, siempre después de consultar con
un medico profesional y con su permiso. El auto hipnosis es
la mejor forma de plantar mensajes de ayuda en el
profundidad de su mente subconsciente.
La
mente tiene un papel muy importante en la salud fisica. Hay
muchísima gente que padeció cancer y
enfermedades cronicas pero con su propio optimismo, y
felicidad, ganas y la pasion de curarse, han quitado sus
problemas con la mente.
Mas
relajación, mejor nutricion, mas ejercicio, mas
autoestima, y menos estres, y tu cuerpo se responderá
bien. La autohipnosis es una buena forma de ayudarle con las
enfermedades y los problemas de salud, siempre
después de consultar con un medico profesional y con
su permiso.
L
MAS
DE 3 HORAS DE AUTOHIPNOSIS PARA SALUD
Formato :
Mp3s de Descargas
19.90€
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Afirmaciones
Contenidos
:
1. Salud
2. Curacion
+ Regalos: :
1. Ser Feliz
2. Defensas
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Inducciónes
- Mins
Caribe
Playa....23m
Amazonas.......20m
Cósmico..........25m
Sahara............27m
El Faro............14m
Terror..............8m
El Rio.............11m
Militar..............8m
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Curar:
El arte de restaurar lo que duele
Curar
es mucho más que sanar una herida o eliminar una
enfermedad. Es un acto profundamente humano que involucra
cuerpo, mente, emociones y hasta comunidades enteras. Desde
tiempos antiguos, el ser humano ha buscado maneras de curar
el dolor, de aliviar el sufrimiento y de encontrar la
armonía perdida. En su sentido más amplio,
curar significa restablecer un estado de bienestar, de
equilibrio, de conexión con uno mismo y con los
demás. Aunque en la medicina moderna el
término se asocia comúnmente con el fin de una
dolencia física, su alcance va mucho más
allá.
En
el plano físico, curar implica reparar tejidos,
eliminar infecciones o corregir alteraciones del cuerpo. La
medicina ha avanzado enormemente en este aspecto:
antibióticos, cirugías, terapias
genéticas y medicina preventiva son logros de siglos
de estudio y observación. Sin embargo, incluso dentro
de esta visión biomédica, la curación
no siempre es lineal ni definitiva. Hay enfermedades
crónicas, condiciones incurables y dolores
persistentes que desafían cualquier enfoque
tradicional. En esos casos, curar puede tomar otro
significado: mejorar la calidad de vida, aliviar el dolor o
simplemente acompañar el proceso de la enfermedad con
dignidad.
Por
otro lado, está la dimensión emocional del
curar. Muchas veces cargamos heridas invisibles que no
sangran, pero duelen. Pérdidas, traumas, rupturas
amorosas o experiencias difíciles dejan marcas
internas que requieren tiempo, atención y a veces
ayuda profesional para sanar. La psicología y la
terapia ocupan aquí un papel central, pero
también lo hacen el arte, la escritura, la
música, la espiritualidad y la conversación
honesta. Curar el alma no tiene una receta fija. A veces
comienza por nombrar el dolor, por permitirnos sentirlo sin
juicio. Otras veces, por perdonar, por soltar, por
reconstruir una narrativa diferente de lo vivido.
En
la dimensión social, curar puede ser un proceso
colectivo. Las comunidades que han sufrido conflictos,
violencias o desastres naturales también necesitan
sanar. En esos contextos, la memoria, la justicia, la verdad
y la reparación juegan roles cruciales. No se puede
curar lo que se oculta o se niega. Por eso, muchas
sociedades han impulsado comisiones de la verdad, procesos
de reconciliación o ceremonias simbólicas para
permitir que el tejido social vuelva a entrelazarse. Curar,
en este caso, es también un acto político:
reconocer el daño, asumir responsabilidades y crear
las condiciones para que no se repita.
Además,
existe una dimensión simbólica y espiritual
del curar. En muchas culturas, la curación
está asociada a rituales, a prácticas
ancestrales, a rezos o ceremonias. El chamán, el
curandero o la abuela sabia cumplen un rol fundamental en
esas tradiciones. No curan solo el cuerpo, sino el
espíritu, el vínculo con los ancestros, con la
tierra y con lo sagrado. Incluso en contextos seculares,
muchas personas encuentran alivio y sentido en
prácticas como la meditación, el yoga, la
contemplación o la conexión con la naturaleza.
Curar, en este nivel, es también regresar a una
fuente más profunda de significado.
Cabe
preguntarse: ¿qué hace posible la
curación? ¿Qué condiciones la favorecen?
Sin duda, el tiempo es uno de los ingredientes esenciales.
Curar lleva tiempo. No es un proceso inmediato ni siempre
visible. También requiere paciencia,
acompañamiento, confianza y voluntad. Curar no es
olvidar ni negar lo vivido. Es integrar, transformar y
seguir adelante con una nueva mirada. A veces es un acto
íntimo, silencioso. Otras veces, un grito colectivo.
Pero en todos los casos, implica una forma de cuidado: de
uno mismo, del otro, de la vida.
Hay
también una dimensión ética en el acto
de curar. Quien cura debe hacerlo desde el respeto, la
empatía y la escucha. Ya sea un médico, un
terapeuta, un amigo o un guía espiritual, su tarea no
es imponer una solución, sino acompañar un
proceso. En muchas ocasiones, ese acompañamiento es
en sí mismo lo que cura. No porque elimine el dolor,
sino porque lo hace más llevadero, más humano,
menos solitario.
Curar
también implica aprender. Aprender a cuidarnos mejor,
a reconocer nuestras emociones, a poner límites, a
pedir ayuda. Muchas personas descubren que, tras una
enfermedad o una crisis, emerge una versión de
sí mismas más sabia, más compasiva,
más consciente. El sufrimiento no es deseable, pero
puede ser transformador si se vive con sentido y con apoyo.
De alguna forma, curar es una forma de
crecimiento.
En
el mundo actual, donde el estrés, la prisa y la
desconexión son moneda corriente, la necesidad de
curar y de cuidarse se vuelve urgente. La salud
no puede reducirse solo a lo físico. Necesitamos una
visión integral que reconozca nuestras
múltiples dimensiones. Cada vez más
disciplinas lo entienden así: la medicina
integrativa, la psicología holística, el
trabajo social, las terapias complementarias y las
prácticas espirituales se unen en una mirada
más amplia y compasiva del bienestar.
Curar
también es un acto de amor. Amor por uno mismo,
cuando nos damos permiso para descansar, para sanar, para
pedir lo que necesitamos. Amor por el otro, cuando lo
acompañamos sin juzgar, cuando lo sostenemos en su
vulnerabilidad. Amor por el mundo, cuando trabajamos por un
entorno más justo, más sano, más
humano. En ese sentido, curar es una forma de compromiso con
la vida.
Finalmente,
es importante decir que no todo puede curarse del todo. Hay
dolores que se quedan, cicatrices que no desaparecen,
ausencias que no se llenan. Pero incluso ahí, puede
haber una forma de curación: la aceptación.
Aceptar no es resignarse, sino encontrar una nueva manera de
estar con lo que ha pasado. Es darle un lugar al dolor sin
que lo invada todo. Es seguir viviendo, amando, creando, a
pesar de las pérdidas. Esa también es una
forma de curar.
En
resumen, curar es un proceso complejo, humano y
multidimensional. No es solo un acto médico, sino una
experiencia profundamente vital. Implica cuidar,
acompañar, transformar, amar. Nos recuerda que,
aunque la vida trae dolor, también trae recursos,
vínculos y significados que permiten sobrellevarlo y
superarlo. Curar es, en definitiva, un camino de regreso a
la vida.
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