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Postura

Caminar y sentar correctamente con la hipnosis

La columna vertebral tiene dos curvaturas naturales que necesita para mantener la llama la "doble C" o "curvas S ', se trata de encontrar las curvas de la base de la cabeza hasta los hombros y la curva de la espalda superior a la base de la columna vertebral . De usar la computadora tanto, o de años de mala postura desarrolla los músculos del cuello para compensar la posición encorvada, la cabeza se proyecta hacia delante y pueden causar migrañas. La hipnosis es la mejor forma de implantar los mensajes en la mente subconsciente para reajustar constantemente de forma automática su postura.

 

Algunos consejos:

 Cuando está sentado, trata de alinear la espalda con la parte posterior de la silla. Evite encorvarse o inclinarse hacia adelante, sobre todo cuando está cansado de estar sentado en la silla por largos períodos. Mantenga los hombros rectos.

Flexione sus brazos en un ángulo de 80 º sobre los codos. Usted puede tener que ajustar la silla de oficina. Mantenga los pies apoyados en el suelo. Si hay un problema con los pies para llegar hasta el suelo con comodidad, un reposapiés se puede utilizar junto con la silla de oficina. Asegúrese de que su cuello, y los talones están todos en línea. Cuando usted está caminando trata de mantener la cabeza erguida y los ojos mirando al frente.

Postura: Andar bien, Sentar bien

Evite de empujar la cabeza hacia delante, y mantenga los hombros en línea con el resto del cuerpo. Un colchón relativamente firme generalmente es mejor para el soporte adecuado hacia atrás, al dormir, aunque las preferencias individuales es muy importante. Si prefiere dormir sobre el lado, una almohada relativamente plana colocada entre las piernas le ayudará a mantener la columna alineada y derecha.

El auto hipnosis es la mejor forma de plantar mensajes de ayuda en el profundidad de su mente subconsciente.

 

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Contenidos :

1. Postura

 

 


La importancia de la postura: más allá de la columna vertebral

La postura es una manifestación visible de cómo nos relacionamos con nuestro entorno, nuestro cuerpo y nuestras emociones. A menudo pensamos en ella simplemente como una cuestión física, la forma en que nos sentamos, caminamos o nos mantenemos de pie, pero en realidad, la postura refleja y afecta muchos aspectos de nuestra vida, desde la salud física hasta la percepción social y el bienestar emocional. Comprender su importancia y aprender a mejorarla puede tener beneficios profundos y duraderos.

Postura y salud física

Desde un punto de vista fisiológico, la postura se refiere a la alineación y el posicionamiento del cuerpo en el espacio, especialmente la forma en que la columna vertebral, los hombros, la cabeza y la pelvis se relacionan entre sí. Una postura adecuada distribuye el peso de manera equilibrada sobre los músculos y las articulaciones, reduciendo la tensión innecesaria y previniendo el desgaste prematuro de los tejidos.

Una mala postura, por el contrario, puede generar una variedad de problemas físicos. El dolor lumbar, por ejemplo, es una de las quejas más comunes entre adultos y muchas veces está relacionado con una postura prolongadamente encorvada al estar sentado. La tensión en el cuello y los hombros, dolores de cabeza por tensión, e incluso problemas respiratorios, pueden estar relacionados con una postura incorrecta. Cuando la cabeza se proyecta hacia adelante o los hombros se encorvan, se reduce la capacidad pulmonar y se compromete la función respiratoria.

El uso prolongado de dispositivos electrónicos ha contribuido a lo que algunos especialistas llaman “síndrome de la cabeza adelantada” o “cuello de texto”, una afección común en la era digital. Mantener la cabeza inclinada hacia abajo durante horas ejerce una enorme presión sobre las vértebras cervicales, lo que puede derivar en problemas crónicos si no se corrige.

Postura y emociones

Más allá de la dimensión física, la postura también está estrechamente ligada a nuestras emociones. Existe una relación bidireccional entre cómo nos sentimos y cómo nos movemos. Por ejemplo, una persona deprimida tiende a encorvarse, mantener la cabeza baja y caminar con movimientos lentos. Pero lo contrario también es cierto: adoptar una postura erguida puede tener un efecto positivo en el estado de ánimo.

Estudios en psicología han demostrado que la postura corporal puede influir en la autopercepción y el nivel de confianza de una persona. Las llamadas “posturas de poder”, como pararse con los pies firmes, la espalda recta y los brazos abiertos o en la cintura, pueden aumentar temporalmente la sensación de control, seguridad y autoestima. Aunque los efectos de estas posturas no sustituyen un tratamiento psicológico, sí demuestran que el cuerpo y la mente están profundamente interconectados.

La respiración también se ve afectada por la postura. Una postura encorvada limita la expansión del diafragma y los pulmones, mientras que una postura abierta facilita una respiración más profunda y eficiente. Respirar correctamente no solo mejora el aporte de oxígeno al cuerpo, sino que también tiene efectos calmantes sobre el sistema nervioso, reduciendo la ansiedad y el estrés.

Postura y comunicación social

La postura no solo afecta cómo nos sentimos, sino también cómo los demás nos perciben. En contextos sociales, profesionales o incluso románticos, la postura es una forma de comunicación no verbal sumamente poderosa. Una postura erguida transmite seguridad, apertura y presencia. En cambio, una postura cerrada puede dar la impresión de inseguridad, desinterés o falta de energía.

En entrevistas de trabajo, por ejemplo, la postura puede ser tan importante como lo que se dice verbalmente. Un candidato que mantiene contacto visual, se sienta erguido y gesticula con naturalidad probablemente será percibido como más competente que otro que se encorva, cruza los brazos o evita mirar a los ojos.

Del mismo modo, en la enseñanza, los oradores o profesores que dominan su lenguaje corporal y adoptan posturas abiertas tienden a captar mejor la atención de su audiencia y a generar un impacto más duradero.

Cómo mejorar la postura

Mejorar la postura no requiere transformaciones drásticas, pero sí constancia y conciencia. El primer paso es la observación. Ser conscientes de cómo estamos sentados, cómo caminamos o cómo nos mantenemos de pie a lo largo del día permite identificar patrones negativos que puedan estar afectando nuestro bienestar.

Practicar ejercicios de fortalecimiento y estiramiento también es clave. Actividades como el yoga, el pilates o la natación ayudan a mejorar la alineación corporal, fortalecer los músculos posturales y desarrollar mayor conciencia corporal. Los músculos del core (abdominales, lumbares, glúteos y músculos profundos de la espalda) juegan un papel fundamental en el mantenimiento de una postura saludable.

Además, adaptar el entorno en el que trabajamos o estudiamos es importante. Ergonomía no es solo una palabra de moda: ajustar la altura de la silla, la posición del monitor, el ángulo del teclado y la frecuencia de las pausas puede marcar una gran diferencia en nuestra postura diaria.

Otro aspecto crucial es el calzado. Los zapatos con demasiado tacón o sin soporte adecuado pueden alterar la biomecánica de la marcha y contribuir a una mala postura. Elegir calzado cómodo y de calidad es una inversión en la salud postural.

Postura como práctica de autoconocimiento

Finalmente, trabajar en la postura también puede ser una forma de conocernos mejor. Observar nuestro cuerpo, cómo reacciona ante diferentes emociones o situaciones, nos permite estar más presentes y conectados con nosotros mismos. En disciplinas como el aikido, la danza o el teatro, el cuerpo es una herramienta de expresión y, a través de la postura, se exploran identidades, emociones y vínculos con el mundo.

Al mejorar la postura, no solo buscamos evitar dolores físicos, sino también vivir de forma más consciente, más presente y más saludable. Una buena postura es un acto de respeto hacia uno mismo, una manera de habitar nuestro cuerpo con dignidad y atención.